Giuseppe Meazza fue, junto con Giovanni Ferrari y el seleccionador Pozzo, el único 'superviviente' del triunfo mundialista de 1934. En Francia, cuatro años después, volvió a desmostrar su clase.
Cuentan que tan sólo había una cosa que le preocupaba sobre el terreno de juego, y no se trataba ni de la dureza de los defensas adversos ni de la habilidad del portero contrario. Lo que no podía permitirse el mítico Giuseppe Meazza era que su espectacular mata de pelo, repeinada según los cánones de la época, no se mantuviera presentable. Pequeño de estatura -no más de 1'70- y muy delgado en sus inicios, Meazza se convirtió en un gigante del fútbol italiano gracias, sobre todo, a sus actuaciones con la selección. El seleccionador italiano bicampeón del mundo, Vittorino Pozzo, lo tenía muy claro: "Jugar con Giuseppe Meazza en mi equipo es como empezar con 1-0 a favor", decía. Futbolista eminentemente técnico, Meazza ganó dos mundiales con Pozzo, y en 1938, siendo capitán, fue el encargado de marcar, ante Brasil y de penalti, el gol que contribuyó a que Italia llegara a su segunda final consecutiva, y ojo, lo lanzó sujetándose los pantalos porque se le caían. La importancia de Meazza, que destiló en el Inter sus mejores años y que también jugó en el AC Milan, fue tal que ambos clubes renombraron San Siro en su honor. Su leyenda sigue viva.
Títulos logrados:
Con el Inter: 3 Scudettos, 1 Copa de Italia y 3 veces máximo goleador.
Selección italiana: 2 Mundiales.
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